12 septiembre 2019

La prostitución: ¿debate, silencio o censura?

Probablemente si hablamos de prostitución todas las personas feministas estamos de acuerdo en dos cuestiones:

1. La trata es un delito a perseguir, aunque a algunxs les interese mantenerla porque supone ingresos que además se registran en el PIB.

2. La prostitución de supervivencia puede ser abolida con recursos y servicios sociales, que no llegan a activarse, y que la lucha feminista no visualiza suficientemente.

Por tanto, la trata y la prostitución de supervivencia, es decir, aquellas mujeres y hombres que están en el mundo de la prostitución para cubrir sus necesidades básicas (comer, vestir, alojamiento,..) o necesidades superiores (estudios universitarios, etc) son objetivos a abolir por el feminismo.

En algunos textos he leído que esto supone el 99% de la prostitución en el Estado español. Sin embargo, hay un aspecto sobre el cual ponemos el centro de atención que es la reivindicación de un grupo de mujeres y hombres que quieran legalizar lo que denominan trabajo sexual basándose en la libertad y autodeterminación sobre sus cuerpos.

Esta situación de conflicto en el feminismo no solo permanece en el tiempo sino que se agrava en los últimos tiempos. La lucha entre "abolicionistas" y "no abolicionistas" se intensifica, aunque realmente el tema objeto de debate solo es una pequeña parte del todo, como indiqué al inicio.

Hoy mi reflexión tiene como elemento de fondo el tema de la prostitución relacionado con la clausura de las jornadas sobre trabajo sexual organizadas por la Facultad de Sociología de la Universidad de A Coruña. No voy a entrar en el tema en concreto, sino sobre el hecho.

El objetivo de una Universidad pública y en concreto de una Facultad de Sociología es debatir y reflexionar sobre los hechos sociales como espacio de búsqueda de conocimiento y análisis de la realidad. Sin embargo, tras haber publicitado la celebración de estas jornadas dicha Facultad ha sido hostigada a través de las redes sociales y ha decidido cancelarlas.

Como socióloga y trabajadora social considero que se han reforzado cinco aspectos que deterioran la vida universitaria y el conocimiento sociológico:

1. Sucumbir por la presión y clausurar las jornadas.
2. Clausurar las jornadas significa la censura del conocimiento.
3. El pensamiento único se ha hecho con la victoria.
4. Crecimiento de una visión totalitaria que impide la reflexión y el pensamiento.
5. Antecedente para futuras y próximas acciones.

Como exalumna de la Facultad de Sociología de A Coruña y profesora siento una profunda tristeza al ver cómo los grupos de presión son capaces de eliminar y determinar el conocimiento en una sola dirección. El problema es que lo que hacemos para un determinado tema, como en el caso de la prostitución, se repetirá para otros y con ello se inicia una repetición de la Historia. Cuando el poder determina el camino a seguir se convierte en una dictadura.


La Universidad de A Coruña cancela unas jornadas sobre prostitución ante el hostigamiento en redes sociales

De la política dicotómica a la política de cooperación holística

Superar una política dicotómica jerárquica entre quienes ganan y quienes pierden supone un replanteamiento desde la estructura básica antagónica que se encuentra en una lucha constante. Esta es una visión militar de la política, en estado de guerra permanente, en contra de lo diferente y que pretende eliminar cualquier forma de diversidad por su carácter amenazador del poder dominante subordinador. Por tanto, el objetivo de este poder es  eliminar toda diversidad.

Una visión ecofeminista pone en el centro la necesidad de la cooperación y el cuidado en todos los ámbitos de la vida cotidiana, de las estructuras, del sentir, del hacer y del pensar. La libertad está íntimamente vinculada al cuidado y mantenimiento de la diversidad, de todas las personas y de la naturaleza. Esta visión es holística, no se puede entender una parte sino en, desde y para el todo. 

Por tanto, una política de cooperación ecofeminista tiene que plantearse si toda acción "igualitaria" con un objetivo de emancipación, que tiene como referencia al modelo masculino privilegiado y vencedor, es su meta o realmente refuerza al patriarcado capitalista. Y, por supuesto, tiene que replantearse si garantiza la liberación de la mujer y de otros grupos oprimidos. 

Pensar en un mundo dicotómico nos limita y nos sitúa en un espacio de lucha y de poder, que genera rencor y odio. Por eso, el camino es la cooperación y el cuidado. 

También se encuentran en lucha binaria las llamadas necesidades primarias o básicas de supervivencia (comer, vestir,..) con las necesidades superiores (libertad, conocimiento,..). Marina Shiva y María Mies en su libro Ecofeminismo (1993) nos indican también otra dicotomía norte-sur en las necesidades: "Es precisamente el valor del trabajo diario por la supervivencia, por la vida, la que ha sido desgastado en nombre de los llamados valores superiores".

El ecofeminismo cuestiona el reduccionismo del capitalismo comercial que "se basa en la producción de mercancías especializadas y, por tanto, exige uniformidad en la producción y la utilización unifuncional de los recursos naturales. De este modo, el reduccionismo reduce ecosistemas complejos a un único componente, y un único componente a una única función... permite la manipulación del ecosistema de tal manera que maximiza la función única, la explotación del componente único. 

En el paradigma reduccionista, los árboles terminan reducidos a madera comercial y la madera reducida a fibra de celulosa para la industria de pasta de papel. Bosques, tierras y recursos genéticos son entonces manipulados para aumentar la producción de pasta de papel. Esta distorsión está legitimada científicamente en la medida en que la productividad global aumenta, sin considerar si ella puede disminuir el rendimiento de agua del bosque, o destruir la diversidad de formas de vida que constituyen la comunidad forestal.... de este modo, violan y destruyen el ecosistema vivo y diverso". 

En conclusión no se puede tomar decisiones ni actuar pensando en una pugna dicotómica, sino hacer un análisis desde una visión completa de la situación y, teniendo en cuenta, sobre todo, a quienes sufren sus consecuencias y actuar, pensando en el todo y en las partes.