03 julio 2019

Ecofeminismo, igualdad y políticas LGTBI+

Solo sabremos cómo situarnos hoy, si conocemos la Historia. Y la Historia se conoce escuchando a sus protagonistas.


A finales de los 60 y en la década de los 70, gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, se unieron[1] “con el objetivo de aglutinar políticamente grupos sociales que se consideraban distintos pero que sufrían una discriminación con raíces comunes”.[2]


En los 70 se desencadenó una inicial tensión entre el feminismo y los derechos LGTB porque algunas personas consideraban que algunas reivindicaciones eran incompatibles.


Posteriormente, en la década de los 80, apareció el VIH/sida que afectó mayoritariamente a los hombres gais. Además, se produjo una situación crítica dentro del colectivo con la aparición de gais y lesbianas menos tolerantes con las personas bisexuales o transexuales, que creían que las y los transexuales actuaban según los estereotipos de género (hombre-mujer) y que los bisexuales eran sólo homosexuales que tenían miedo de salir del armario y asumir su identidad. Otro hecho significativo, en 1984, fue la incorporación del colectivo LGTB a la lucha del movimiento obrero británico.[3]


La historia se repite y, en estos momentos, nos encontramos en un nuevo momento de conflictos variao, caracterizado por la diversidad de los feminismos y de los colectivos LGTB, e incluso de enfrentamientos entre algunos movimientos feministas, y también entre la corriente feminista que se denomina “TERF” (feministas radicales transexclusivistas) y las personas LGTB, sobre todo con las personas trans.


Nos encontramos en un período de disputa entre opciones diversas: algunas quieren mantener el sistema binario de género (hombre-mujer); otras que quieren erradicar la clasificación binaria; y otras, relacionadas con el movimiento queer, que consideran que hay múltiples posiciones en cuanto al género.


Por otro lado, el modelo de políticas públicas de igualdad se ha basado en estrategias para conseguir la igualdad, centradas exclusivamente en una dimensión de igualdad, la igualdad hombre-mujer. Sin embargo, esta estrategia ha situado en los márgenes a todas aquellas personas y colectivos que se ven afectados por la intersección de varias desigualdades, entre ellas las de orientación sexual e identidad de género.


Desde el enfoque ecofeminista optamos por el diseño y la implementación de políticas de igualdad que tengan en cuenta la interacción entre los ejes de desigualdad: hombres-mujeres, orientación sexual, identidad de género, diversidad funcional, racializadas, migrantes, gitanas, árabes, edad, acceso a bienes y servicios, lugar de residencia, etcétera, pasando de una visión minoritaria a una visión universal en las políticas de igualdad.


Con ello, se pretende poner el énfasis en la interacción e interdependencia de los perfiles de opresión en un contexto y en un momento histórico determinado, teniendo en cuenta la posibilidad de que las personas se encuentren, simultáneamente, en diferentes posiciones de dominación y sumisión. Por lo que, hay que buscar el equilibrio entre autonomía e intersección para alcanzar una mayor inclusión en cada contexto histórico.


Para conseguir una mayor inclusión de las políticas interseccionales hay que llevar a cabo respuestas no solo en el terreno individual e identitario, sino también en el estructural y discursivo. Para cambiar las estructuras hay que introducir cambios no solo en relación con el colectivo específico sino con la ciudadanía en general, nadie es ajeno a lo que ocurre en sociedad, porque las desigualdades son formas culturales violentas en una determinada sociedad y que pueden variar en el tiempo y en las personas destinatarias.


Actualmente, estamos en coyuntura histórica de regresión y de pérdida de derechos. Todos los derechos que perdemos no afectan solo a la persona que sufre esa pérdida, sino al conjunto de la ciudadanía. Así, la homofobia y la transfobia son formas machistas que no afectan solo a las personas y familias LGTB sino al conjunto de la ciudadanía, y que reproducen las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres. Por tanto, las políticas de igualdad deben ser universales y trabajar, con un perspectiva global e interdependiente, con las personas, con las familias, con los colectivos y con la sociedad en general. Hay que conocer la realidad y ser consciente de los problemas de las personas y que éstos nos afectan a toda la ciudadanía porque vivimos en un mismo territorio que tenemos que cuidar. Los ecosistemas son espacios interconectados que interactúan de forma independiente para poder vivir. La eliminación o afectación de uno de los seres vivos repercute en el resto del ecosistema.


Las políticas públicas ecofeministas reivindican el cuidado de las personas y de nuestro entorno, con una perspectiva interdependiente y universal, especialmente el cuidado de aquellas personas, colectivos y territorios que estén en mayor desventaja, entre ellas personas LGTB con un visión global e interdependiente.


Las políticas ecofeministas, tal como Petra Kelly nos inspiró, son aquellas que pasan del poder vertical y jerárquico al poder horizontal y compartido. Por eso, quienes las representan las ejecutan con ética y respeto al servicio público por el interés general. Además, promueven el manejo pacífico, justo y cooperativo de los recursos y el reparto de las riquezas; y con el objetivo de terminar con “el sistema patriarcal que es opresor para las mujeres y restrictivo para los hombres, porque transmite valores de dominación y violencia, está profundamente vinculado a la mentalidad militar, provoca injusticias sociales y fomenta la explotación agresiva de la naturaleza.

El ecofeminismo aporta algo fundamental a la política que es la ternura que significa una relación tierna con los animales y las plantas, con la naturaleza, con las ideas, con el arte, con la lengua, con la Tierra, un planeta sin salida de emergencia (pero que está en emergencia climática) y, por supuesto la relación con los humanos. Así, frente a la política agresiva y fálica dominante, promueve la empatía, la no violencia y el cuidado mutuo como valores y pilares básicos, donde las formas son el fondo. Decía Petra Kelly si queremos construir un país democrático, lo primero que tenemos que hacer es aplicarnos el cuento en nuestro partido, sindicato, empresa o propia casa. Si apostamos por la horizontalidad, la jerarquía no puede ser nuestra brújula en la práctica por motivos de eficiencia a corto plazo. Si queremos cuidar de nuestra Tierra, solo nos queda ser coherentes en el día a día, buscando formas de vida personal y colectiva que protejan y conserven nuestro entorno y nuestro futuro.[4]


Las políticas ecofeministas generan coherencia en el día a día, con la normativa y con las acciones y programas, a través de un trato tierno y del cuidado a todas las personas, con una mirada amplia y acogedora de la diversidad en un entorno cambiante que necesita de cuidados para que podamos así vivir con salud y en armonía.


Hoy recordamos el 50 aniversario de los disturbios de Stonewall en New York, que iniciaron el movimiento de liberación del colectivo LGTB, con el objetivo de seguir reivindicando una sociedad libre y diversa; celebrando la vida plural que representan los colores del arco iris; y agradeciendo a aquellas personas LGTB, nuestras personas mayores, que muchas dieron su vida luchando por conseguir nuestros derechos y agradecer también a todas las personas que creen en la libertad para todas, todos y todes.



[1] Recordamos los disturbios de Stonewall, 28 de junio de 1969, en New York (EE.UU.) que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual; y, en Barcelona, la manifestación pro-amnistía en 1976 y la manifestación del orgullo gay en 1977. La Barcelona diversa, disponible en: https://poldest.blogspot.com/2017/04/barcelona-manifestacion-orgullo-gay-1977.html

[2] Gerard Coll-Planas y Marta Cruells  (2013): “La puesta en práctica de la interseccionalidad política: el caso de las políticas LGTB en Cataluña”, Revista Española de Ciencia Política, Núm. 31, p. 155.

[3] La película Pride recrea el apoyo del colectivo LGTB a la Gran Huelga de Mineros, un paro que duró un año. Mark Ashton y varios compañeros de militancia fundaron Lesbians and Gays Support the Miners (LGSM), una organización destinada a recaudar fondos para los mineros en huelga. Su premisa: “No puedes ser gay y pensar sólo en lo que les ocurre a los gays”. 

[4] Parkin, Sara (1994): Vida y muerte de Petra Kelly, ed. Clave intelectual, sección mujeres, Madrid, p. 13-15, traducción EcoPolítica 2016.