La
lucha entre el amor y el poder forma parte de nuestra historia y de cada
historia, y ha sido interpretada mayoritariamente desde una perspectiva
patriarcal. Esta perspectiva ha estado promoviendo una visión histórica y
estructural de desigual distribución de poder entre hombres y mujeres en la que
predomina el género masculino en muchos campos de la vida pública y privada.
En
este contexto hay que tener en cuenta importantes cambios. En las grandes
religiones han surgido movimientos de teologías feministas con el objetivo de
reinterpretar el papel de la mujer en la historia, dentro y fuera de cada
religión y en sus propios textos sagrados.
Por
otro lado, las sociedades se han convertido en espacios multiculturales y religiosos,
en los que algunos han dejado de ser mayoritarios y donde los minoritarios
están apostando por el valor de lo diferente y abren sus ojos a lo enriquecedor
de la diversidad.
Los
desarrollos legislativos, como normas del poder público y democrático, ponen
límites y deberes y a la vez generan derechos para todas las personas y
colectivos que, a veces, chocan con los intereses particulares y crean conflictos.
Estamos en un mundo donde prima la economía y la acumulación de capital frente
a una cosmovisión basada en la ecosostenibilidad que tiene especial cuidado por
el medio ambiente y el respeto absoluto por todo el ecosistema que nos posibilitará
vivir en un espacio sano y respetuoso con la diversidad del medio ambiente, de
las especies y de los seres vivos. Ha ido incorporándose en los últimos tiempos,
frente a la teoría del desarrollo, la teoría del buen vivir o el sumakkawsay,
que propone la incorporación de la naturaleza al interior de la historia, no
como un factor o fuerza productiva sino como una parte inherente al ser social.
Frente al mercado libre y competitivo de personas y mercancías, se encuentran
los seres humanos y su dignidad.
La
gran crisis de valores humanos y de principios socioeconómicos que estamos
viviendo hace que nos balanceemos entre grupos con distintas posiciones que se
ubican entre dos polos como los que ahora se expresan:
- Aquellos grupos que priman la
seguridad frente a la libertad, pretendiendo limitar los derechos humanos y el
acceso a los recursos, bienes y servicios estableciendo prejuicios,
estereotipos y barreras; pero otros grupos buscan crecer con lo diferente y
acoger a la diversidad compartiendo incluso hasta lo necesario.
- Algunos grupos buscan crear odio,
otros se esfuerzan por vivir con empatía. Especialmente hay que mencionar los
asesinatos y discriminaciones que las mujeres (bisexuales o transexuales) hemos
sufrido y seguimos sufriendo por el hecho de ser mujeres, así como las demás
personas LGTBIQ (lesbianas, gays, transexuales o transgénero, bisexuales,
intersexuales o queer) o los colectivos de personas negras e inmigrantes. El
renacimiento del poder blanco KuKluxKlan, de grupos neonazis y organizaciones
de trata tiene enfrente a grupos que defienden los derechos humanos, los
medioambientales y los de las mujeres.
- Hay grupos que desean el interés y la
riqueza de unas pocas personas, y otros que apuestan por la supervivencia de
personas, grupos, familias e incluso continentes. Desde la ecología se ve cómo
se ha priorizado la economía frente a la seguridad y a la salud en asuntos como
el petróleo, el coltán, la utilización de energías fósiles (carbón, petróleo,
gas natural), la generación e energía nuclear, la extracción de gas y petróleo del
subsuelo (Fracking). También se observa una acumulación de capital que no es
solidaria con su conciudadanía. El no pago de impuestos imposibilita una buena
redistribución de bienes y servicios, sobre todo entre las personas y familias
más desfavorecidas. Nos encontramos en el boom de la privatización, del
darwinismo social en el que podrá sobrevivir solo la persona fuerte
socioeconómicamente. Frente a estos, existen grupos como el 15M, la Plataforma
Antidesahucios, los feminismos y el desarrollo de movimientos de hombres por la
igualdad, etc.
- Grupos que viven en el consumo
excesivo y enfermizo, mientras otros se enraízan en las nociones del
decrecimiento, que instan a disminuir la producción económica manteniendo el
equilibrio entre las personas y con la naturaleza. El aumento de preocupación
por la biología de los ecosistemas, las relaciones de los seres vivos y sus
entornos, el medio ambiente y los derechos de los animales que dejen atrás el
antropocentrismo moral que valora al ser humano más que a las otras especies
animales.
- Los hay que priman la presión
policial, mientras otros optan por el incremento del presupuesto educativo. Se
han incrementado, por parte de algunos, medidas de control y represión en
contra de los derechos humanos y civiles, que han propiciado la pérdida de
derechos y por tanto de dignidad personal y social; pero existen otros grupos, como
la Marea Verde, que ha supuesto una revalorización del sistema educativo y
también una apuesta por la educación pública como lugar de encuentro de quienes
formamos la sociedad y entendemos que el camino de la paz es la justicia,
empezando con una educación inclusiva y respetuosa con la diversidad de las
personas y de las familias.
- Algunos se esfuerzan por conseguir
intereses particulares; otros, por proteger los derechos sociosanitarios y una
renta mínima ciudadana. Por un lado, se observa la privatización de los centros
sanitarios, la reducción del gasto farmacéutico y de los servicios sanitarios
(transporte, camas, etc.); por otro, se trabaja por la distribución de los
bienes, servicios y recursos que posibiliten el acceso universal.
- Hay quienes niegan derechos jurídicos
y socioeconómicos a las personas con necesidades especiales o que son
dependientes; pero también quienes se vuelcan en dignificar su vida desde la
ayuda mutua, la buena vecindad o la solidaridad y el voluntariado.
- Unos no tienen ética y se mueven en la
corrupción y en el todo vale; otros pierden oportunidades y beneficios porque
su conciencia no se lo permite, y optan por dormir con tranquilidad porque no
han perdido la dignidad.
- Están los que tienden a homogeneizar y
a dar poder a determinadas personas y situaciones; pero también lo que valoran
y protegen la diversidad y no refuerzan el odio a lo diferente, sino que se dan
cuenta de su valor y enriquecimiento, tanto a nivel personal como social.
Especialmente quiero mencionar dos cuestiones relacionadas que se han ido
reproduciendo a lo largo de la historia: una es la que está en relación con
todo lo que conlleva la sexualidad de la mujer, que siempre ha estado negada e
invisibilizada; la otra es la historia del colectivo LGTB. Con la implantación
del cristianismo se llevó a cabo luna persecución a las personas homosexuales,
que solían acabar en la hoguera. Con la Edad Media y la Inquisición, a las
acusaciones de sodomía se unía, sin diferenciar, las de herejía. Uno de los
grupos más atacados fueron los templarios, acusados de entregarse a prácticas
homosexuales, pero que en el fondo eran perseguidos por razones políticas. Lo
mismo ocurrió con la persecución a las brujas, mujeres librepensadoras que
además realizaban prácticas sanadoras con plantas medicinales. Su libertad de
acción impedía su control; por ello, fueron también un colectivo herético que fue
condenado a la hoguera.
- Podríamos continuar con muchos grupos.
Entre ellos, aquellos que consumen productos indiscriminadamente sin ver ni
analizar su origen (explotación, esclavitud, riesgos de la salud), frente a
otros que proponen el consumo de un comercio justo y ecológico. Los que negocian
con las armas (empresas armamentística y mercado “negro”), que siguen un
itinerario de violencia, empezando por el maltrato animal y continuando por el
del resto de especies; y, por otra parte, los que trabajan por una cultura de
la paz y la no violencia. Y muchos más.
Finalmente,
quiero centrarme en la reivindicación más visibilizada en los últimos años, que
es la reconstrucción del poder desde una construcción igualitaria, dejando
atrás las estructuras jerárquicas. La teología feminista y el movimiento ecofeminista
también promueven un cambio hacia estructuras más humanas y más amorosas con
las personas y con la naturaleza, empezando por el cambio de las estructuras
verticales de poder propiciadas por el androcentrismo o sistema patriarcal que
se han ido reproduciendo a través de la historia. Todo ello nos lleva a
situarnos en una crisis que no puede dejar de movernos, interior y
exteriormente, ni dejar impasibles, sino todo lo contrario: hacernos
reconsiderar nuestras posiciones desde la perspectiva del amor y no del poder.
Nuestra conducta personal y colectiva no puede quedar callada ni oculta ante la
falta de amor y ante el incremento de luchas por el poder personal y colectivo
que nos llevan al desánimo y, a veces, a la muerte.
Una
conciencia bien formada es la que escucha, respeta y reflexiona sobre la base
de las distintas disciplinas científicas, pero también sobre el sentir de las
personas, de las familias, de los grupos, de las culturas, de las sociedades.
Una conciencia que va a las raíces de su ser y que se basa en el amor no debe
odiar ni crear odio, sino todo lo contrario: preparar el camino y facilitar el
crecimiento personal y colectivo desde la autodeterminación, desde la propia
conciencia.
Siguiendo
el sumakkawsay (buen vivir), la recreación pasaría por la incorporación de la
naturaleza al interior de la historia, no como factor productivo ni como fuerza
productiva, sino como parte inherente al ser social desde una perspectiva acogedora
e inclusiva de la diversidad. Así, este proceso deberá hacernos pasar por una
ética del encuentro. Todo encuentro, cada encuentro, especialmente con lo
diferente y con quien sufre la discriminación, el odio, la violencia en todas
sus formas (física, psicológica, sexual, verbal, etc), nos ayudará a crecer y a
vivir no sólo en crecimiento y desarrollo personal, sino también en la
consciencia de la alteridad.
Un camino ético espiritual es el que continuamente discierne el paso o pasos a dar, pero no podemos olvidar que el verdadero camino es el del amor, la acogida bidireccional y el encuentro inclusivo y diverso.
Un camino ético espiritual es el que continuamente discierne el paso o pasos a dar, pero no podemos olvidar que el verdadero camino es el del amor, la acogida bidireccional y el encuentro inclusivo y diverso.
Utopía: Ética y espiritualidad Nº 99: Cuidar la casa común, salvar la vida (8 febrero 2016)
https://www.revistautopia.org/etica-y-espiritualidad/
No hay comentarios:
Publicar un comentario